Los malditos meniscos

Siempre me consideré bueno para los deportes, además que el tiempo me llevó en un tiempo ser “escribidor” de la sección deportiva de un diario de Oaxaca en donde llegue a ser editor en jefe, nadie tomaba las decisiones más que yo en esas ocho páginas, salvo el director cuando decidía poner una página completa de anuncios o bien tras haber negociado bien para su bolsillo la cuota correspondiente de la cual no me tocaba absolutamente nada, ¡que lamentable!

Pero no voy a contarles mis vicisitudes y triunfos en el periodismo, eso será en otra ocasión, hoy como a muchos de mi generación o de-generación solo les queda que practicar el deporte de observar en el sofá los diferentes eventos deportivos ya sea con frituras, sodas refrescantes, y si lo permite, quien lo tenga que permitir, tal vez, solo tal vez unas cervezas bien frías.

De no haber sido por los malditos meniscos, frase clásica de quienes solo ven el deporte ‘echadotes’ en la sala de su casa, yo hubiera sido mejor que:____________________ (pónganle el nombre que deseen). Bueno si no fuera por mi rodilla también pude haber debutado en el futbol profesional.

Mientras sueño despierto recuerdo que unas de las victorias que más saboree en mi vida deportiva fue en mi época de cerillo, trabajaba yo en la Comercial Mexicana de Pilares, allá en la Colonia del Valle, una tarde un representante de Aurrera de Plaza Universidad nos llegó a retar, además que ponía como reto que cada quien apostara diez pesotes, que para ese lejano 1990 significaba una buen arriesgue.

Con 15 o 16 años de edad de quienes ahí laboraban la condición física no era un obstáculo, el desafío fue un lunes, el juego se pactó para un viernes por la tarde una vez que se terminara el turno de la mañana, se contaba con buenos ‘cascareros’, la incógnita estribaba en ver cómo nos acoplaríamos en un terreno de juego, algunos narraban que eran figuras en sus equipos de barrio, obviamente mientras unos se desempañaban en su ‘club’ como defensas, o banca ahora querían ser titulares o ser delanteros para convertirse en héroes, sobre todo querían ganarse los 10 varos.

Y el viernes llegó, solo algunos llevaron sus arreos deportivos, otros desdeñaron formar parte de ese enfrentamiento porque no confiaban en los demás, otros al ver la desesperación decidieron asistir a pesar que no llevaban siquiera short y zapatos de futbol, del equipo de 11 solo cinco o seis iban ataviados para defender la causa, por ende no perder la apuesta, así que el panorama en ese momento no era nada alentador.

El pesimismo reinaba en el equipo de Pilares, así que nos trasladamos al deportivo de la Magdalena Mixhuca, en grupo llegamos al Metro Puebla y buscamos una cancha libre, no teníamos el capital para rentar una y que contratar un árbitro, aunque se buscó uno que nos ‘hiciera el paro’, pero ninguno “hombre de negro’ quiso trabajar ‘de a grapa’.

Tras recorrer varios de los campos hayamos uno, en donde apenas se veían las líneas que marcaban el terreno de juego, no había redes, mucho menos sombra para quienes nos acompañaron a echarnos porras, lleno de piedras si se te ocurría hacer una temeraria barrida lo que iba a quedar en el campo era media piel de tu pierna, y hubo quienes si se arriesgaron en hacer esa acción.

La desmoralización iba en aumentó cuando llegó la oncena de Aurrera Plaza Universidad, estrenando casacas, si no mal recuerdo era una réplica del Vasco Da Gama, además de eso llegaron con ‘madrina’ quien portaba su ramo de flores, se tomaron la foto del recuerdo, mientras que nosotros de “chile-dulce-y-manteca” solo veíamos con un poco de envidia e incredulidad lo que pasaba.

Por cierto quien había pactado la apuesta ni siquiera jugó, le decíamos ‘El Piojo’ y no el entrenador del América, sus habilidades futboleras eran escasas, por lo que solo atendió al desafió encandilándonos, al fin y al cabo él no arriesgo los diez pesos. Se pactó jugar 40 minutos, con un descanso de 10, al no tener quien sancionará el duelo había que ser lo más leales y honestos en el tiempo que durara el partido. Así lo convenimos. Y fue el “Piojo” quien llevó el tiempo.

Formamos el cuadro bien recuerdo que jugué la defensa central junto con otro compa a quien le decíamos el “Suadero”, él fue “la barredora”, en tanto que yo fui el líbero; no recuerdo a la mayoría de los integrantes del equipo, y de sus nombres menos, salvo el mote por el cual los conocíamos, tengo presente a Guadarrama en la portería, de quien la verdad tenía mis dudas, pero al final se la rifó, y rechazó varios tiros que ya parecían goles, en la media cancha estaba mi hermano ‘Beto’, quien había desdeñado jugar pero al final se convenció, además que había llevado ‘tacos y short’ por si se animaba, ahí estaba también el “Disco”, quien con mi carnal y el “Correcaminos” le dieron solidez a esa parte del cuadro en la delantera a quien recuerdo es a Óscar, mejor conocido como el “Tonto”.

Acordamos echarle muchos “güevos”, que si nos ganaban que no fuera por goleada, y aunque no lo dijimos queríamos echar a perder su uniforme y toda la faramalla que hicieron, así que se dio la señal de inicio del “duelo”, era la primera vez que jugábamos juntos pero pronto nos acoplamos, al menos en la zona defensiva el “Suadero” y yo reventamos toda ofensiva que se acercaba, si éramos superados Guadarrama sacó las papas del fuego, poco a poco en la media cancha el ‘Disco’ tomó la batuta del encuentro era quien le dio ritmo a nuestro ataque, ‘Beto’ más ofensivo tenía como cómplice al “Tonto” quien demostró ser un punzante delantero.

El primer tiempo terminó cero a cero. A pesar que sufríamos los tiro de esquina logramos mantener inmaculada el arco, los de Aurrera estaban sorprendidos que les hubiéramos aguantado los embates y más porque había quienes completaron el cuadro jugando con pantalón y mocasines como lo hizo el “Disco”, ellos se veían más desesperados, no hace falta decir que no llevamos hidratación así que tuvimos que aguantar el sol, el polvo, el cansancio, lo que nos mantuvo fue el pundonor y sobre todo no perder la apuesta.

El segundo tiempo fue más defender que atacar, habíamos acordado que de mantener el empate el gane lo íbamos a definir en la serie de ‘penaltis’, ¡sí, los malditos penales!, el cansancio ya estaba haciendo efectos, ellos hicieron cambios y se volcaron buscando el gol del triunfo, como gatos boca-arriba nos defendimos Guadarrama, el “Suadero”, todos sacábamos agua del pozo…

Creo que era el minuto 35 ya agonizaba el juego, --al menos así lo recuerdo, desde mi posición de defensa central--, cuando en media cancha ‘Beto’ recuperó el balón se lo pasó al “Disco” quien alzó la mirada y vio como el “Tonto” arrancaba, tenía el flanco derecho libre, --era la única y la última oportunidad—mandó el pase con ventaja Óscar le ganó la carrera a su marcador que intentó jalarlo, cometer la falta para acabar con la amenaza, lo intentó pero nuestro delantero aguantó la falta los defensas centrales no alcanzaron a cerrar y en lo que se supone era la entrada al área grande –recuerden que el campo no estaba pintado—el “Tonto” vio que el portero no hizo el achique, no fue un tiro con mucha técnica pero si con la suficiente fuerza para colocarlo lejos del alcance del portero quien reaccionó pero no pudo evitar que el balón entrará pegado a su poste izquierdo sí: ¡goooooooooooooooooooool! Todos los gritamos, todos lo gozamos, las tres personas que estaban en nuestra ‘banca’ lo celebraron ruidosamente.

El balón a media cancha, recuerdo en esos cinco minutos se hicieron eternos, nos dedicamos a cuidar ese gol como nunca, dos de los mediocampistas y hasta los otro delanteros retrasaron líneas, uno de nuestras debilidades era el costado izquierdo sitio al que fui a darle apoyo a quien ahí actuaba, el “Disco” y el “Correcaminos”, bajaron a apoyar en tanto que ‘Beto’ y el “Tonto” se quedaron al frente para buscar otro tanto.

El tiempo se acabó, el “Piojo” gritaba desesperado que ya había concluido el partido, jugamos otros tres minutos más, porque aquellos “amigos” se hicieron los sordos hasta que en una de esas el balón salió “nuestro Piojo” se metió al campo y dijo hasta aquí, el equipo contrario intentó reclamar pero terminaron aceptando la derrota, no era los 110 pesos de la apuesta sino perder ante un equipo que se veía desordenado, que llegaron sin los implementos deportivos completos, que ellos a pesar de estrenar su bonito uniforme del  Vasco Da Gama no pudieron golearnos.

Cada quien se fue a casa todo espolvoreados por la tierra de la Magdalena Mixhuca, pero con esa satisfacción de haber logrado un triunfo que presumiríamos por mucho tiempo, fue tal la resonancia de la victoria que muchas otras tiendas empezaron a buscarnos para retarnos: Insurgentes, Plateros, San Jerónimo, de nuevo Plaza Universidad, se llegó a formar un buen equipo cuando aquellos ‘compas’ que no quisieron ir ahora pedían integrarse al ‘Atlético Pilares’, tuvimos derrotas y varias victorias, pero ninguna como esa. Hoy a la distancia sigo preguntándome: ¿qué habría ocurrido si no me hubiera lastimado de los meniscos? 


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