¡Bienvenido a la realidad!
Sábado por la noche… es hora de salir o de irse a la cama… el
timbre del celular suena, es una amiga a quien no veo desde hace más de una década --¡¿caray tanto tiempo ha pasado?!--,
sin pensarlo me enfundo en los primero pantalones que encuentro. Fin de semana,
que se emperifollen los “nais”, yo no, no es mi estilo.
Hace frío; los 2,680 metros
sobre el nivel del mar hace que el clima por la tarde refresque, así que no me
aventuro y tomo la primera playera de manga larga. A caminar. En la recepción
aún hay vestigios de la jornada laboral, gente de todo el país está en Toluca
de Lerdo, lugar del dios Tōlloh, algunos se preparan para iniciar la ronda
nocturna, otros prefieren dormir el “sueño de los justos”.
Karas es el destino, por
supuesto pregunto ¿dónde está?, ¿cómo llego?… la calle está vacía se escucha el
motor de autos que van a su destino, la luz perpetua de los faroles ilumina el
andar de los nocturnos peregrinos.
Después de una breve operación
bancaria con una máquina –ese es el futuro que nos espera-- a caminar, ¡sí!
caminar es parte del ritual, pero yo caminé Toluca cuando tenía 8 años y de eso
ya hace mucho, mucho tiempo, ‘el Nevado’
fue y es el mudo testigo de ello.
La avenida José María Morelos
está desierta uno que otro taxi pasa, finalmente abordo uno para… -- Me llevas
a la calle 5 de mayo, digo imperativo e implorante. Iniciaba el viaje.
Cuando me di cuenta ya me
había pasado; andaba perdido, eso no ha cambiado, pero bendita tecnología una
llamada y después de una explicación acompañada de unas cariñosas palabras
– ¿Dónde madres andas?
-- ¡ya me pasé y creo que ando
extraviado!
--¡Ah! Cómo eres wey… apúrate.
Así ni como negarme y decir:
¡nel! ya no voy.
Después del breve paseo
nocturno, y tras mentarle la madre a los taxistas gandallas que lo ven a uno
como turista o en otras palabras como paisano llegué a mi destino… no estaba
tan complicado y yo pagando taxi a lo wey, pero vale la pena ahí está Jessica
con una sonrisa de oreja a oreja, los humos del alcohol ya se le habían bajado,
nos fundimos en un caluroso abrazo, son 12 años sin vernos… pasa de la media
noche.
La clásica postal: el típico
cadenero, ahí está, es la infaltable fila para poder entrar
--“Hey Johnny somos dos”.
Es el aniversario del “antro
en cuestión”, 50 varos de cover, y --anota tu nombre que vamos a hacer una
rifa… ¡caramba si nunca me gano nada! Pero ahí voy, es un camino subterráneo.
Juegos de luces neón, el láser y el retumbar de las bocinas golpean mi cabeza,
explota en mis oídos ¡yo en una disco, yo en el antro! Si ya me había retirado
de eso… no importa porque el reencontrarse con los amigos te llena el alma, sea
donde sea.
La música no para, el calor de
los cuerpos es obvio, el frío se quedó con “Johnny” aquí lo que sobra es la
excitación; torsos desnudos, sudor, baile. El aquelarre había comenzado.
Hago el recorrido hasta la
mesa en donde están dos amigas de Jessica, ya el vodka ha hecho efecto en una
de ellas, mientras la otra chica se mantiene ecuánime, ella es la conductora
designada. En ese paseíllo sin mostrar
asombro vi a dos chicas acariciándose, unos centímetros más adelante dos mozalbetes
intercambiaban saliva a través de un apasionado beso, ahí lo raro eran los
heterosexuales… ya estoy aquí, ni modo de retirarme.
Y como decía “Juanga”: Este
es un lugar de ambiente, donde todos es diferente, donde siempre alegremente,
bailaras toda la noche ahi. Lo que sucedía a mi alrededor me tenía sin
cuidado, eso sí al baño no acudí durante toda la noche, bendita vejiga me hizo
el paro.
La plática con Jessica fue
inolvidable, carcajada tras carcajada, una década lo resumimos en menos de
cuatro horas y preguntas obligadas ¿dónde trabajas? ¿Qué haces? ¿ya te
titulaste?, ¿soltero o casado?, ¿si te gustan las mujeres? Esta última pregunta
en este sitio si la respondí de inmediato y seriamente dije Sí, dudar era como ponerme en ese
instante el letrero de vacante.
Y obviamente yo le hice la
misma pregunta y sin dejar de sonreír amigo ¡BIENVENIDO A LA REALIDAD!… “soy
bisexual”, a todo dar amiga la última vez la realidad era otra, pero lo que
ella decida me tiene sin cuidado, Jessica es a toda madre y verla después de tanto
tiempo el sitio en donde estábamos era lo de menos, lo corroboro el lugar si
era de ambiente.
Un “teibol para las damas” y
un 'estrepper' para los chicos, esa es la realidad, ella me dice no quieres ir a
ver. No de aquí no me muevo (pensé) un baile cerca de la mesa y dando la
espalda a la pared. Llegó el momento de la rifa mencionaron mi nombre era un
Torres10, si valía la pena ir por la botella, pero fui el penúltimo de la
mentado sorteo, ni modo seguiremos con el vodka hasta la última gota.
El baile eleva la temperatura,
las inhibiciones se han ido, el único que observa soy yo, Jessica se divierte.
Es hora de partir el alcohol hizo efecto en la amiga, la conductora designada
nos toma una foto para el recuerdo. Yo en unas horas tengo que seguir con mi
labor informativa, el paseíllo a la salida no varía, el volcán está a punto de
hacer erupción, que se queden, nosotros nos vamos.
Ya en la salida me regalan
sonrisas, prefiero no corresponderlas sigo mi camino… me despido de Jessica
--¡Que chingón volverte a
ver!,
-- lo mismo digo yo.
Mi amiga se retira, yo tomo
otro taxi, ‘el chafirete’ me ve, observa… ¿será o no será? Tal vez sea esa su
reflexión. Los personajes noctámbulos son una fauna extraña. La pregunta al
final fue a dónde lo llevo. --Al Fiesta Inn. El reencuentro había terminado…
Domingo… la radio difusora de
Toluca pronóstica un máximo de 27 grados, en las primeras horas anuncian 15
grados en esa mañana dominical ¿Frio? No, desvelado.
Un sueño fue breve, no importa
valió la pena… a trabajar.
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